Psicología humanista

Un enfoque cercano y amoroso

Dentro de la psicología existen muchas formas de trabajar y hallar las respuestas a nuestros problemas. Mientras algunas se centran en analizar los síntomas para ponerles remedio, otras buscan, además, el conflicto interno que los origina.
La psicología humanista se encuentra en este segundo grupo y engloba, entre otros, el análisis transaccional, el análisis bionergético o la terapia Gestalt.
Son muchas las ideas que se vienen a la cabeza cuando se habla del “psicólogo”. En la terapia humanista, terapeuta y cliente se sitúan en un mismo nivel, de manera que no se ve al primero como la figura experta que toma el rumbo de las sesiones.
En estos casos, se confía plenamente en las habilidades y recursos internos de las personas que acuden a consulta para avanzar hacia su propia salud y bienestar. Gran parte del trabajo consiste en hacer aflorar a la conciencia dichos recursos.
El terapeuta contempla el momento presente que vive la persona y se trabaja únicamente en aquello que el cliente se ve preparado para tratar, respetando el ritmo de cada proceso y las necesidades individuales, pues no todos somos iguales ni nos van igual de bien los mismos métodos o herramientas terapéuticas.

Guía para el futuro cliente

Mediante la terapia humanista, el abanico de posibilidades en cuanto a su utilidad se expande desde múltiples problemas personales concretos hasta las necesidades más elevadas y complejas relacionadas con la calidad de vida.
Éstos son algunos ejemplos de posibles situaciones donde la terapia humanista puede actuar:
Problemas personales: adicción a las drogas, alcohol, abuso o intolerancia a la comida, traumas, depresión, sexualidad, abandono…
Conflictos relacionales: relaciones familiares, de pareja, duelos, pérdidas, timidez, inseguridad, fobia a hablar en público, reeducación en habilidades sociales…
Problemas laborales: desorientación laboral, estrés, ansiedad, frustración, toma de decisiones, trabajo en equipo…
Crecimiento personal: autonomía, necesidades personales, autoestima, calidad de vida, inquietudes…

  • Cuando te encuentres bloqueado, paralizado.
  • Si sientes que tus problemas te superan o simplemente no te permiten disfrutar de la vida.
  • Cuando busques respuestas a tus propias preguntas.
  • Cuando busques nuevas preguntas.
  • Si te cuestionas el sentido de la vida.
  • Cuando llegue tu momento, por tus propios motivos.

En realidad, cada persona encuentra sus propios motivos para acudir a consulta, todos ellos muy íntimos y respetables. Por lo general, la terapia puede utilizarse para tratar unos problemas concretos. Sin embargo, muchas personas encuentran en ella una forma de desarrollarse plenamente y autosuperarse. En definitiva, “crecer personalmente”.

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Algo que caracteriza a la psicología humanista es su profunda base vivencial. Es necesario vivir la terapia para entenderla. Dado que el espíritu de este tipo de terapia es buscar el bienestar del individuo, que no simplemente erradicar el malestar, cualquier persona puede beneficiarse de la terapia y no únicamente los afectados por problemas serios, enfermedades o patologías.
De hecho, cuando se realizan grupos de crecimiento personal es donde más se puede palpar el ambiente sano, próspero y lleno de vida que nace de las ganas de aprender a vivir plenamente.
Desde aquí te invito a que te des la oportunidad de quererte y mimarte, buscar tu propio camino para prosperar y ser feliz. Si en algún momento crees que en dicho camino podemos coincidir, te abro las puertas para coger impulso y seguir avanzando.

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