El amor en la terapia

Soy afortunado de ser terapeuta. Me declaro culpable de recibir en mi trabajo mucho amor. Cada día entiendo más que esto del amor es, como dicen los americanos, un “win to win”. Todo lo que puedas recibir depende de lo mucho que estés dispuesto a dar, de la misma manera que todo lo que quieras recibir depende de lo mucho que ames.
La vida y sus trucos nos enredan a todos, pacientes y terapeutas. Para hacer terapia es necesario tirarse a la piscina, o así lo siento yo. Jugar a vivir y aprender del juego. Llorar, reír, cagarnos en la madre que parió a todo Dios, limpiarnos el culo y seguir. Y seguir. Con mucho amor y a veces con mucho cansancio, pero seguir.
Estamos solos y no estamos solos. Nos tenemos a cada uno y eso lo es todo. De tal conexión amorosa se expande el corazón y se promueve la vida. De la misma manera, toda energía que necesita descansar se apaga y desde ahí el amor también es posible. Tirando de tópicos, subidas y bajadas, la vida es como una montaña rusa.
En la ola de la cresta somos y en la caída nos encontramos. Esto es un juego en el que se nos ha olvidado que nos apuntamos, pero aquí seguimos.
Cada persona que encuentro en mi consulta es digna de amor, así como lo soy yo. No hay nada más bonito en esta vida que dejarse querer. Las formas y las técnicas nos darán estructura, pero la relación va más allá de todo lo que la mente da de sí.
Y si nos descarriamos, bendito terapeuta que nos da un coscorrón amoroso para retomar la senda de la vida y la muerte. La mente juega mientras el corazón experimenta. Pensamos en lo que sentimos para distanciarnos de lo que sentimos. Para aquí y respira lo que lees. La emoción nos ayuda a abrirnos paso por el mundo, así que bendita sea para todos.
En terapia, como en la vida, subimos y bajamos, nos enredamos, nos queremos y nos enfadamos; en definitiva, sentimos y vivimos. Todo puede pasar, pero siempre nos quedará el amor como brújula.
Bendito espacio sagrado llamado “terapia” que nos ofreció la oportunidad de encontrar a otros corazones rasgados, para reconocernos como hermanos, sentir la fuerza de la unión y abrirnos paso a pecho abierto.
Gracias, gracias, gracias a todos y cada uno de vosotros que formáis parte de mi vida en este enredo. Cada uno sois únicos e insustituibles, con sus luces y sus sombras. Y benditos los que entienden la terapia como un espacio sagrado donde el terapeuta también es una persona que siente y padece. En el amor siempre nos encontraremos. “Win to win”.
Sobre Antonio de la Torre
Psicólogo responsable y fundador de Terapia Humanista.Pasa consulta en el centro desde sus inicios. Participa de forma activa en la expansión de conciencia a través de su labor como psicoterapeuta gestalt y transpersonal, sirviéndose de grandes herramientas terapéuticas como el eneagrama, ICV, SHEC o EFT.
Gracias por formar parte de mi vida desde hace tiempo. El camino se hace más liviano contigo como terapeuta y recibo mucho amor de tu parte, espero y deseo que recibas el mio también. Un beso
Y gracias a tí por tu entrega y confianza en mí, Carmen. Es un placer poder acompañarte todo este tiempo.