Eneatipo 3: Vanidad – El triunfador
Pasión dominante: Vanidad
Suele llamarse “Triunfador” a este eneatipo debido a que su vida suele medirse en función de los éxitos cosechados. El éxito o la valoración propia depende de aquello que el otro valore, de tal manera que se produce un “mirarse a través de los ojos de los demás”.
El culto a la vanidad proviene de un continuo esfuerzo por adaptarse y destacar en lo que se refuerza exteriormente, lo que lleva al Tres a perder su propia identidad.
Hay elementos en común con el eneatipo Dos, quien también se esconde tras su imagen a través de la aprobación ajena. Sin embargo, mientras que el Ayudador “exige” la valoración del otro por considerarse a sí mismo una persona especial, el Triunfador se lo trabaja y pone por medio las pruebas necesarias y objetivas que justifican dicho reconocimiento.
Otra diferencia es que, si bien el Triunfador pertenece a la tríada emocional, hay un fuerte control interno sobre las emociones que no son permitidas o son incorrectas. No se deja llevar fluidamente por las emociones como lo hace el Dos, ni aparentemente viven intensamente sus sentimientos.
Lucha por ser alguien notable, frente a la idea de poder ser visto como un don nadie. El éxito se cosecha a través de una excelsa eficacia y precisión en lo que se hace.
Empleando la terminología de Erich Fromm, según sugiere Claudio Naranjo, el Tres adopta una orientación mercantilista, de tal forma que continuamente está ofreciendo al mercado su propia imagen, camaleonizándose en función de la demanda o la moda del momento.
Consecuentemente, suele haber una gran preocupación por lo que opinen los demás de él. Si el Ego se alimenta de la valoración obtenida por los demás a través de sus logros, un mal rumor o una crítica a su imagen puede herirlo profundamente. La idea de que puedan hablar mal de él a sus espaldas puede llegar a obsesionarlo.
No hay una conexión con la propia experiencia, sino que el Tres vive en función de la idea de experiencia del otro. Por ejemplo, a la hora de comprar ropa, puede pensar más en si gustará a ciertas personas en lugar de conectar con su propio gusto para vestir.
Esto hace que se muestren como si vivieran en un escaparate, de forma superficial, dejándose llevar por una orientación externa en lugar de por sus propios deseos y preferencias. Hay una gran desconexión con su verdadero ser, su yo profundo.
En este anhelo por ser visto encontramos una tendencia al exhibicionismo, a realzar la propia imagen para atraer la atención de alrededor. Todo esto además se cubre de una falsa modestia: el Triunfador no suele alardear abiertamente de sus éxitos de forma descarada, sino que sus propios actos ya son dignos de admiración.
En algún caso, cuando se encuentra amenazado, sí que puede exteriorizar la fanfarronería. Alardear de un cuerpo de buen parecer, un cargo laboral importante, el dinero ganado o aquello que se compra de forma muy selecta serían algunos ejemplos.
Tiende a ser el número uno en lo suyo, da igual la tribu urbana o colectivo al que pertenezca: será el mejor hippie o el mejor ejecutivo, el mejor actor o el mejor médico, el mejor religioso o el mejor ateo.
Suele mostrarse cordial, carismático y agradable. Llama la atención y es el centro muchas veces del grupo. Se gana un cierto estatus a través de su brillantez social.
Por el contrario, si para conseguir su objetivo necesita mantenerse frío emocionalmente ante el otro, es un mal menor que asume con entereza para alcanzar el éxito. Suele ocurrir a veces que, tras una conversación con un tipo Tres, la otra persona regresa a casa como si le hubieran cortado el cuello sin darse cuenta.
Si las cosas se ponen muy en contra para conseguir el triunfo, es capaz de pisotear y desvalorizar a los demás para eliminar así la competencia, de tal forma que se asegura más el éxito si le quita méritos al otro.
El motor que le hace moverse por el mundo de esta manera son los celos, que nacen cuando el Tres se siente amenazado por la posibilidad de que alguien externo sea más competente (atractivo, inteligente, poderoso, eficiente…) que él mismo.
Fijación
Se podría decir que la fijación propia de esta estructura de carácter es el engaño, mecanismo ante el cual se ha desplazado al auténtico ser interior, sustituyéndolo por una apariencia o imagen al servicio del éxito y de la valoración externa.
Este engaño permite al Tres conseguir la atención del otro, adaptando su imagen de forma camaleónica en función de la situación y de las modas.
Analizando su dimensión cognitiva, es una persona orientada a la practicidad y a la eficacia: las cosas se demuestran con hechos tangibles. El pensamiento empírico prevalece sobre el pensamiento mágico.
Esta forma de ver el mundo le lleva a que la valoración externa no se da por sentada (como puede hacer el eneatipo Dos), sino que se la gana a pulso, con hechos concretos y un estilo de vida meritorio.
El elemento tierra le representa bastante bien: predomina el raciocinio, la organización, el control, la practicidad, el cálculo y el dominio del tiempo. Se da el caso de algunos Tres que viven con angustia no llevar un reloj, un símbolo claro de la precisión, el control y la eficacia.
A modo orientativo, algunos pensamientos propios de un eneatipo Tres podrían ser:
- “Si me esfuerzo, sé que puedo hacerlo mejor que nadie”.
- “Tengo la sensación de que los demás tienen envidia de mi”.
- “¿Suerte? ¡Para nada! Todo lo que tengo me lo he ganado a pulso”.
- “No soporto a la gente falsa”.
- “Si quieres hacer las cosas bien, los sentimientos deben pasar a un segundo plano”.
Miedo básico
El mensaje básico del Ego es “solo eres merecedor del amor si trabajas duro y consigues destacar por tus propios méritos”.
Surge en el interior el miedo a la soledad, debido a que, en su parte más consciente, el Tres teme que no sería realmente amado de no ser por sus logros y su máscara ante los demás.
Hay una cierta percepción interna de que los demás se enamoran de un bonito jarrón vacío. Por mucho que intente mostrar todo su esplendor a través de la imagen con la que se vende, está desconectado de su verdadera autenticidad, como si de alguna manera hubiera una cierta conciencia de no creerse para sí mismo el engaño que muestra al mundo.
Mecanismo de defensa
El principal método a través del cual el Ego domina al eneatipo Tres es mediante la identificación con su imagen. Es la manera de mantener la falsedad y engañarse a sí mismo para no recobrar su luz propia, la verdadera identidad con el ser profundo.
También se suele dar el mecanismo de la negación. Una característica básica de este eneatipo es la anticipación al juicio externo sobre sus conductas, es decir, justificar lo que hace indicando que no es lo que parece, cuando realmente lo es. Piensa y siente una cosa mientras que hace o dice otra.
Por ejemplo, puede ocurrir que se haya encontrado en la actualidad con un “enemigo” de la infancia y hable de lo mal que le ve. Posteriormente dirá que no le desea ninguna desgracia y que se apiada de él, cuando la realidad es que probablemente se vanaglorie de haber salido ganando en esa comparación / competición con el otro.
Un posible pensamiento propio de este eneatipo y que más vergüenza le daría admitir podría ser: “fíjate en lo que yo me he convertido y mírate a ti, que no me llegas ni a la suela de los zapatos”.
Infancia
De pequeño, el Tres ha podido sentirse desatendido o no visto por el otro. A veces, incluso, desvalorizados por lo que eran. De esta manera, surge la necesidad de brillar ante los demás como reacción al miedo a la soledad.
Se han documentado muchos casos en los que el niño ha convivido en un hogar donde no podía recibir la suficiente atención de los padres, por las circunstancias que fueran. De aquí nace su fuerte esfuerzo en sobresalir, como una forma de desviar la herida que ha dejado el no sentirse suficientemente querido.
En estas circunstancias de supervivencia básica, el Tres ha aprendido desde pequeño que el amor se sustituye por la condecoración, el éxito y las medallas.
En el fondo se ha creído no sentirse digno de amor por ser quien es y, necesitado de huir de ese vacío provocado por el dolor de no ser aceptado, renunció a su verdadera identidad escondiéndose en una bonita carcasa llena de brillantez y éxito.
Interiorizó las expectativas de los demás (normalmente de los padres), identificándose con los valores y deseos ajenos a través de un proceso de modelado, de imitación.
De tal manera, es habitual que haya sido un niño con alguna herida o trauma emocional de infancia que ha luchado para seguir adelante.
Ha necesitado volverse autónomo y depositar la confianza en sí mismo a través del control y de una actitud orientada al logro. Sustituye el vacío emocional por la valoración que le otorga el éxito cosechado.
Esta actitud de control y dominio de la situación implica también una desconfianza en que las cosas puedan salir bien si no pone él mismo la energía en ellas.
Sexualidad
Suele haber un distanciamiento entre la conducta sexual y la implicación emocional. Hay una gran preocupación por ser efectivo, útil y resultar exitoso, lo que hace que no se pueda entregar fácilmente al amor.
Esto puede llevarle a situaciones realmente peculiares en las que se sienta atraído sexualmente por alguien a quien no ama o viceversa.
La desconexión con la realidad interna, con el ser interior, le lleva normalmente a no vivir la sexualidad desde la unión profunda o espiritual. En muchas mujeres, se puede traducir en cierta frigidez. En el caso de los hombres, suele haber una tendencia a dar mucho placer, a costa de no disfrutar ellos mismos. La atención se centra en “dar la talla” más que en vivir el momento.
Más que la satisfacción del encuentro o la experiencia del sexo, el Tres vive la conquista sexual como objeto de vanagloria, algo de lo que sentirse orgulloso. Esta implicación interna coincide en gran parte con la tendencia del carácter vecino, el eneatipo Dos.
Parte de la imagen que vende al mundo se basa en el atractivo sexual, de tal manera que necesita despertar en el otro la tensión sexual para sentirse valorado. Ser el objeto de deseo ajeno le lleva a una situación de poder, de estatus.
Se podría traducir como un fenómeno “fan”, en el que muchas voces corean su nombre pero se da la dificultad de intimar con el otro individualmente.
Algo muy frecuente en el Tres es la tendencia a poner su atención en personas consideradas inaccesibles que, en el momento en el que dejan de serlas, hace que pierda totalmente su interés.
De alguna manera, el proceso de seducción o de atraer a los demás no llega a consumirse con el acto sexual en muchas ocasiones, pues lo que le interesa no es en sí el sexo, sino superar el reto de ser valorado sexualmente por el otro.
Morfología
El Tres presenta un cuerpo rígido y bien contorneado, con una elevada tensión generalizada y una posible ansiedad derivada del estrés continuo al que se somete para lograr sus metas. También se podría entender dicha ansiedad como un miedo inconsciente a ser descubierto en su falsedad.
Las mujeres son como muñecas de porcelana, de semblante bello pero frías, con tendencia a mostrar una sonrisa congelada. Los hombres apelan por el atractivo masculino, propensos también a la belleza hueca y a una cuidada imagen del físico.
Se da una dependencia al culto al cuerpo a través del deporte, gimnasios, cosméticos, vestimenta, lociones…
Algo notable en este eneatipo es que no hay concordancia entre la expresión y la situación, de tal manera que puede darse el caso en que den el pésame con una sonrisa en la cara o terminen riéndose de forma nerviosa ante las malas noticias.
Es capaz de estar en una conversación en la que, más que escuchar lo que el otro dice, está poniendo su atención en controlar qué cara pone al que tiene enfrente.
Carácter dinámico
El Tres tiende al Nueve cuando se encuentra sometido a altos niveles de tensión y estrés, distanciándose con el sentido de la tarea y frenando su orientación práctica. En este sentido, se pierde aún más en la desconexión con su ser interior, característica inherente al eneatipo Nueve.
Es capaz además de sumergirse en tareas secundarias que le hagan olvidar la insatisfacción provocada por la fuente de su frustración, la tarea central.
Por otra parte, en su camino hacia la integración, el Tres se va al Seis, dejando de lado su necesidad imperiosa de demostrar a los demás lo que vale. Se permite aceptar su normalidad ante el mundo y se adentra en la experiencia de intimar con el otro como un igual.
Deja de estar tanto en el culto y en el trabajo de su propia imagen (la vanidad), para vivirse como una persona más auténtica, conectada con su mundo interior y compartiéndose con el mundo desde ahí.
Conclusiones
En resumen, un eneatipo Tres se define por ser alguien eficaz, controlado, atractivo, exitoso, superficial, práctico, intolerante al fracaso, agradable, vanidoso, camaleónico, brillante, exigente, frío emocionalmente, ambicioso y competitivo.
Algunos ejemplos de Tres en la literatura o en el cine:
- Carolyn Burnham, interpretada por Annette Bening en “American Beauty” (Sam Mendes).
- Dan Millman, interpretado por Scott Mechlowicz en «El guerrero pacífico» (Victor Salva).
- Meg March, la hermana mayor de la novela «Mujercitas» (Louisa May Alcott).
- Andrew Clark, por Emilio Estévez en «El club de los cinco» (John Hughes).
- Indiana Jones, interpretado por Harrison Ford en la trilogía de Steven Spielberg.
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Sobre Antonio de la Torre
Psicólogo responsable y fundador de Terapia Humanista.Pasa consulta en el centro desde sus inicios. Participa de forma activa en la expansión de conciencia a través de su labor como psicoterapeuta gestalt y transpersonal, sirviéndose de grandes herramientas terapéuticas como el eneagrama, ICV, SHEC o EFT.
He conocido y sufrido a varios, guapos? casi todos. interesantes? no mucho, tienden a manipular según les convenga, y son muy egocéntricos…Es un tipo de personalidad que tiene cosas en común con el eneatipo 8, pudiendo como éstos hacer mucho daño.
buenos días, al habla un 3, soy guapa? me gusta cuidarme, interesante? creo que la gente que me conoce me lo considera, aunque esta claro que no se lle puede caer en gracia todo el mundo, respeto a todas las personas, todas las opiniones, quizas si es cierto que yo soy mi prioridad, pero ni incomodo a nadie con mi conducta ni me parece que sea malo. no tengo nada que ver con el 8, mas bien tiro al 4. si lo llevamos al extremos todos los eneatipos son malos.