Existen muchos tipos de pérdidas. La mayoría causan en nosotros un gran dolor (duelo) o malestar en función del amor o del apego hacia las personas o situaciones que quedaron atrás.
Si bien es cierto que cada persona atraviesa el duelo a su forma y a su ritmo, en varias ocasiones nos quedamos estancados.
Esto es debido a que el dolor tras la pérdida es tan grande que nuestro cerebro levanta barreras o defensas. El miedo a no poder atravesar dicho duelo conlleva una parálisis emocional que nos impide recolocar la pérdida interiormente.
Entre los diferentes duelos podemos vivenciar una pérdida importante de salud, la muerte de un ser querido, una mudanza o la pérdida de un trabajo.
También existen los llamados “duelos no permitidos”, es decir, toda pérdida que no es reconocida social y formalmente como tal. Algún ejemplo sería el hecho de dejar atrás tiempos mejores, la muerte de una mascota o extraviar objetos importantes.