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Carta a la rabia

Carta a la rabia
25 de julio de 2018José VertedorDesarrollo personal

Te conozco desde hace mucho, desde mi infancia, con esa energía  me mantenías vivo, me enseñaste en su día a usarte de combustible, para defender, para moverme en el mundo y reclamar mi espacio, mi identidad, mi fuerza y sentirme vivo.

Me susurrabas promesas de grandeza, de fuerza y de autoridad. Dejándome fuera del alcance de todo lo malo. Hablabas con tanta razón y con tanta credibilidad convenciéndome de que lo mejor que puedo hacer es creerte.

Pero, en muchas ocasiones, te apoderabas de mí, dejando atrás el miedo, la tristeza y la felicidad. Volviendome de hielo y fuego, como un torbellino rápido, buscando un espacio que nunca he tenido y tiene que ser mío, que tengo que alcanzar a toda costa.

Cuando me sueltas y me calmo veo tu cara menos amable, distante, satisfecha. Dejándome a mí sin energía y sin ganas de vida. Esa fuerza que prometiste no llega, esa grandeza es efímera y la autoridad no existe. Quedándome solo y alejado de todos y de todo aquello que quería alcanzar.

Tantos años de engaño y de frustración, siempre mirando fuera de mí para encontrar el error que tu me querías mostrar, pero estaba dentro y no lo veía. Confíe en ti, dejándome engañar, de usarte cuando no había nada que defender, cuando no había que luchar.

Me vendiste que el amor es débil y me ofreciste firmeza. Me vendiste que ser vulnerable era peligroso. Me vendiste que uno se hace grande por la fuerza.

Rabia, ahora te veo en un rincón, sin argumentos y sin fantasías. Cogiendo fuerza en tus momentos buenos y ocultándote. Ocultándote de tu miedo: el amor.

A pesar de todo aún hay veces que te creo cuando me hablas, aunque ya dude de tí.

Buscaré mi fuerza en mi debilidad, buscaré mi espacio en el corazón, buscaré mi autoridad en la humildad.

Llegará un tiempo que no recuerde ni tu nombre, solo te tendré en mi corazón.

Comments

Javier
20 de agosto de 2018

Y en la indefensión nos erguimos protegidos, con la tranquila certeza de que ahora estamos a salvo, seguros de la salvación, seguros de que llevaremos a cabo el propósito que hemos elegido…
Y mientras no enseñes lo que has aprendido la salvación seguirá esperando….
Pues no verás la luz hasta que se la ofrezcas a todos tus hermanos. Y al ellos tomarla de tus manos, reconocerás que es tu luz.
Un Curso de Milagros

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